Cuando voy a buscar a mis hijos al colegio les pregunto que tal el día y empecé a darme cuenta de que la mayor, casi siempre, se centraba en lo “malo” que le había sucedido durante la mañana, así que un día le dije: “Espera, para un momento. ¿Te ha sucedido algo realmente grave que yo tenga que saber?”. Se quedó perpleja mirándome y me contestó que no, entonces le dije: “Perfecto, pues entonces ahora cuéntame lo “bueno” que te ha sucedido hoy” y para mi sorpresa se tuvo que parar a pensar en la parte buena de la mañana.

Y es que, en general, nuestro patrón de comportamiento es darle más importancia a los problemas y a las vivencias negativas de la que tienen y centramos nuestra energía en ellas y en lo que nos centramos se expande alimentando así sentimientos que nos hacen sentir mal física y emocionalmente. Somos nosotros los que elegimos donde queremos poner nuestra atención y no nos damos cuenta de que pasan inadvertidos un montón de momentos de alegría, felicidad y bienestar en nuestro día a día porque dejamos que se queden en el olvido esperando por una “felicidad” que nunca llega.

Tu felicidad depende exclusivamente de ti, de tu actitud ante la vida, de donde pones tu energía, de que emociones y pensamientos alimentas. Si estás esperando que venga alguien externo a ti a hacerte feliz siento decirte que puedes seguir esperando porque venga quien venga no va a cubrir tus expectativas.

Aunque no nos damos cuenta, alimentamos estas vivencias negativas en nuestro día a día. Te pongo un ejemplo: ¿qué te pasa cuando estás en un atasco? Pues, generalmente, empiezas a ponerte nervioso, que si voy a llega tarde, que si teníamos que haber salido antes de casa, que si la culpa es tuya….. ¿Y si en vez de mantener esta actitud, con la que no vas a solucionar nada, te centras en ver si puedes salir del atasco de alguna manera?, es decir, te centras en la solución y no en el problema ni en buscar culpables. Y si no puedes hacer nada en ese momento para evitar el atasco pues simplemente acepta que eso es lo que hay en tu momento presente y sonríe.  

 Y es que si el problema tiene solución entonces ya no es un problema y sino tiene solución pues tampoco con lo que sino podemos hacer nada ¿qué conseguimos entrando en ese círculo de ansiedad, enfado y demás sentimientos negativos?. Pues ahí es donde tú puedes decidir como aceptar lo que te está pasando y no es ni fácil ni difícil, simplemente es cuestión de actitud y de práctica ya que nuestro saboteador interno va a intentar repetir el patrón que siempre usa, enfadarnos y alterarnos. Acepta lo que estás sintiendo, sin reprimirlo pero sin alimentarlo mas con pensamientos negativos y poco a poco empezarás a cambiar tu estado ante distintas situaciones.

Y para ayudarte en el cambio puedes hacer el siguiente ejercicio todas las noches antes de acostarte:

Haz una lista de los buenos momentos que has tenido durante el día, esas pequeñas cosas que te aportan momentos de alegría, de tranquilidad, de felicidad, por ejemplo, un chiste que te contaron, lo rica que estaba la comida y como disfrutaste comiéndola, un beso o un abrazo que te dieron,…. todos esos pequeños momentos que se quedan en el olvido fácilmente pero que tienen una energía maravillosa que nos hacer sentir bien. Sería estupendo que hicieras este resumen de tu día antes de acostarte dándote gracias por todo eso que has vivido hoy. Que mejor manera de irte a dormir y de finalizar tu día que recordando tus momentos de felicidad.

Y si cuando estás haciendo la lista tu mente te bombardea con lo “malo” del día, párate y dite: “ya sé que todo eso me ha pasado hoy pero ahora me centro en lo bueno” y sin juzgarte ni poner resistencia a esos pensamientos continúa con tu lista. Si los primeros días te cuesta sigue haciendo tu lista todas las noches ya que esto te va a ayudar a que se convierta en un proceso automático y llegará un momento en el que no necesites hacer la lista ya que esos momentos aparecerán para darte las buenas noches.